martes, 7 de diciembre de 2010

Guía Básica para la Tortura I

G u í a  B á s i c a para la T o r t u r a.
I. A s f i x i a n d o  el  t i e m p o.

Recientemente mi vida se basa en sintetizar un poco de ADN con arsénico, dormir una siesta, despertarme a la noche y matar el tiempo. El tiempo se arrodilla, asustado, con lágrimas en los ojos, suplicando a mis pies como si yo todavía tuviese corazón, apelando a su familia, a sus ganas de vivir. El desgraciado me dice que no se quiere morir, ¿y a mi qué mierda me importa lo que este quiera? Todas las noches vomitando penas, absolutamente todas las noches, ya no puedo vivir, no es que no quiero, no puedo. Y además, no quiero. Este viene con que tiene ganas de vivir. ¡Mirá vos qué bien! ¿Me darías algunas? Porque al kiosquero no le quedaba en stock.
Me mira con desdén, y claro, si no entiende mucho de lo que pasa. Realmente me dio un poquito de lástima, pero no pude evitar que me aburriera y asfixiarlo con las manos.
Lo primero que se siente cuando te asfixian con las manos es una desesperación que va aumentando de la siguiente manera:
La cantidad de desesperación presente en el cuerpo es inversamente proporcional a la cantidad de aire en el mismo.
Instintivamente la primera reacción es quitar bruscamente al verdugo, pero esto resulta ligeramente difícil si la persona es más pesada que uno. La garganta empieza a arder, imagino que esto es porque la sangre se empieza a volver alcalina, pero qué sé yo, el pH es mayor a 7 ah re cualquiera. El pecho también arde, y seguramente se puede intentar mover la cabeza para los costados, intentando sin éxito escapar de las manos que actúan como peaje para el aire. Mientras uno empieza a salivar con intensidad, los brazos y las piernas empiezan a cosquillear, eso, según lo que leí/escuché ayer en Criminal Minds, es porque el corazón empieza a latir más lento y deja de enviar sangre a las extremidades. Si uno estuviese haciendo esto por cuenta propia, se desmayaría en este mismo momento en el que las extremidades se desactivan y volvería a respirar, porque el cuerpo no es idiota y sabe cómo evitar suicidios pelotudos. Como al tiempo esto no le estaba pasando, se fue desvaneciendo sistemáticamente hasta que el cerebro dejó de funcionar, que fue a los cuatro minutos, más o menos.
Esto pudo haber sido más tortuoso, claro, si el proceso hubiese sido detenido cuando se desvanecen los brazos y las piernas, y luego reanudado, porque si bien no se obtiene tanto aire como para respirar con tranquilidad, uno no se muere, usa cada partícula de aire para seguir viviendo. Menos yo, que sintetizo mi ADN con arsénico.

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