domingo, 7 de noviembre de 2010

11

05/03/10

Necesito que me aclaren, que me sienten y que me cuenten las historias que por mi edad ya no puedo inventar. Me cuesta dormir, a veces, por las repentinas ganas de llorar. Quisiera que me acompañes a mis sesiones conmigo misma, para que veas el humo que sale por abajo de mis sábanas. Tengo la cabeza cansada, y confundo las linternas de los hombres que buscan dentro de los agujeros negros el interruptor que les ilumine la salida y los tire a una estrella, para que cuando se extinga los devuelva a la Tierra.
Quisiera que alguien me diga, cuando yo escuche, que está todo claro, que no hay necesidad de pensar, mientras el viento se fuma mi cuerpo, en qué tan cerca está la muerte de mi papá. Quizás, como decía esa mágica banda, nos encontramos en el lado oscuro de la Luna, cuendo nuestras cabezas exploten. Y en este momento, él está sólo, como cuando vivía con su perro, sólo que ahora ya no tiene perro. Sé que maneja rápido, que le gusta el vino, fumar pipa, pero cuando ya no tenga nadie con quién manejar, ni fumar, ni tomar... quisiera encontrarme con él, en el lado oscuro de la Luna, y por fin poder pedirnos perdón, y escuchar, como cuando fui con él, el rock progresivo que heredé de su edad.

La primera vez que lloré escribiendo, por la sinceridad de lo que escribí.

1 comentario: