lunes, 29 de noviembre de 2010

19

No existe emoticón que describa lo que sentí, ni la comodidad estelar que sentía en mi sueño, en el M.O.R, en la tranquilidad embebida de la pequeña esperanza azul que había perdido hacía ya varios meses meses años día semanas, bah, jamás la tuve, y vino, me saludó, me dio un beso enorme en la mejilla y me dijo "Te estuve buscando tanto tiempo, ¿dónde estabas?", respondí por lo bajo que estaba llorando un poco abajo de los árboles pero siemrpe venía un perro a morderme o una paloma a cagarme y nunca pude llorar tanto como hubiese necesitado, y cuando pude salir de los árboles porque mi medidor de penas estaba en mínimo, miré el sol con desdén, y mientras mis córneas se fritaban sentía un abrazo cálido, por primera vez, en el que se me derretía el corazón y se me elastizaba la piel, y yo lloraba.

- Tu medidor de penas está en mínimo, ¿por qué lloras?

Mi medidor de penas no mentía, lo que pasaba era que mi alma estaba saltando como histérica y me dolían los giros los saltos las patadas y me ardían los oídos por los gritos de alegría que pegaba, aullaba.
Devolví el abrazo, con la educación que merecía, me arreglé el peinetón, el corsé, la enagua y subí al Universo violeta que me estaba esperando, que hacía tanto me había escupido. Me dormí.

LISA, LISA DESPIERTA.
¿Por qué? Soy tan feliz aquí...

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